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La salud humana y la biodiversidad mundial está en manos de la industria de los plaguicidas

El informe adjunto, presentado por la Dra. Rosemary Mason y Palle Uhd Jepsen proporciona evidencia de que, inconscientemente o no, una estrategia a largo plazo ha existido con el objetivo de situar a la industria de los plaguicidas a cargo de la salud humana y la biodiversidad. En los últimos 20 años más o menos, una serie de nuevos productos han sido autorizados por las autoridades reguladoras de todo el mundo. Dos en particular, los insecticidas neonicotinoides sistémicos y cultivos de ingeniería genética han causado contaminación excesiva del medio ambiente. Estos productos son los destructores silenciosos de la salud humana y la biodiversidad global. Los cultivos transgénicos están siendo autorizados a tal velocidad en todo el mundo que no es posible que hayan sido adecuadamente probados por sus efectos a largo plazo.

Investigadores recreant colapso apícola con jarabe de maíz con pesticida

Científicos de la escuela de salud pública de Harvard (HSPH) han recreado el misterioso desorden del colapso de las colonias de abejas en muchos panales simplemente dándole pequeñas dosis de un pesticida popular, imidacloprid. Las poblaciones de abejas han estado muriendo misteriosamente a través de Norteamérica y Europa desde 2006, pero la causa tras la reducción poblacional, conocida como el “desorden del colapso de las colonias”, ha eludido a los científicos. Sin embargo, inmediatamente después de dos estudios publicados la semana pasada en Science en los que vinculan las reducciones de poblaciones de abejas a pesticidas nonicotinoideos, uno de los cuales es imidacloprid, se ha publicado un nuevo estudio que adiciona más evidencia según la cual la principal causa del “desorden del colapso de las colonias” no son enfermedades ni parásitos, sino pesticidas que empezaron a usarse ampliamente en la década de 1990.

Los pesticidas de tipo neonicotinoide afectan al sistema nervioso de los insectos, según dos estudios publicados por la revista 'Science'

Ni el cambio climático, ni los parásitos, ni el frío extremo ni los abejarucos: detrás de la desaparición de las abejas está un tipo de pesticida muy común en las explotaciones agrarias, de la familia de los neonicotinoides, según dos estudios publicados ayer por la prestigiosa revista 'Science'. Científicos británicos y franceses han experimentado con dos plaguicidas diferentes, imidacloprid y tiametoxam, y en ambos casos obtuvieron el mismo resultado: las abejas se desorientaron y no pudieron regresar a la colmena, lo que causó la disminución de las poblaciones de obreras y la consiguiente muerte de las reinas. Estos estudios arrojan un poco de luz en el misterio en torno al síndrome de colapso de las colmenas (CCD, según sus siglas en inglés), que está provocando la desaparición de millones de insectos en todo el mundo y que, de continuar, podría poner en peligro el ciclo de la polinización. La investigación dirigida por Penélope Whitehorn, de la Universidad de Stirling (Reino Unido), consistió en la exposición de colonias de abejas jóvenes a bajos niveles de imidacloprid, cuyo uso está ampliamente extendido en la agricultura intensiva desde la década de los 90 del siglo pasado.
Los investigadores comprobaron que las colonias expuestas al pesticida no aumentaron tanto de peso como las colmenas con abejas no contaminadas: entre un 8% y un 12% menos, y además con un 85% de reinas menos.

El experimento de los científicos franceses fue aún más elaborado: implantaron microchips en el tórax de 650 abejas, lo que sirvió para descubrir que el contacto con el thiamethoxam se traducía en una «disminución significativa» de la tasa de regreso a la colmena. Junto con la mortalidad natural de los insectos, la ingesta de este plaguicida hace que aumente el porcentaje diario de pérdidas entre un 25% y un 50%, lo que triplica la tasa normal, que ronda el 15 %, según las conclusiones del Instituto Nacional de la Investigación Agronómica y la Asociación de Coordinación Técnica Agrícola.