"Si las abejas desaparecieran de la tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida”

“Si las abejas desaparecieran de la tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida; sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”. La contundente frase atribuida a Albert Einstein, muy poco propenso a predicciones apocalípticas, es actual en momentos en que ha desaparecido el 80 por ciento de las abejas silvestres y el 90 por ciento de las domésticas del mundo.

Dos congresos de apicultores celebrados en Europa para tratar de entender y afrontar una situación para la que no estaban preparados, concluyó que dado que las abejas no han desaparecido del todo, los cuatro años de Einstein podrían estirarse hasta 20. Otros son un poco más generosos: 40 años para el mundo “como lo conocemos”. Después, un adiós sin flores.

Pero la situación que afecta a más de 1.200 colmenas por una mortandad de abejas en el Valle de Traslasierra, preocupa a los productores y a la población en general, no sólo de la provincia de Córdoba sino de todo el país. El fenómeno sucedió en los últimos días y los apicultores no tienen aún respuestas sobre las causas.

El problema afecta hasta ahora a una decena de familias dedicadas a la producción apícola en un radio de unos 30 kilómetros, cuyo centro se sitúa entre las localidades de La Paz y de Villa Dolores, cerca de la ruta nacional 148.

Si bien el Servicio Nacional de Sanidad Animal (Senasa), desde su sede de Villa Dolores, investiga las causas, la primera especulación es que el fenómeno sería consecuencia de una fumigación indiscriminada que se habría producido en esa zona. Entre los apicultores, domina esa impresión.

Los neonicotinoides son los insecticidas más usados en el mundo. La nicotina es un veneno potente que usa como defensa la planta del tabaco.

Pero en la naturaleza es preciso que los pájaros y los insectos lleguen hasta la planta para sentir los efectos del veneno. Con la producción en gran escala de productos de efectos similares o más potentes, se ha multiplicado enormemente el riesgo, roto el equilibrio que la naturaleza alcanza por sí sola cuando no es perturbada por acciones humanas calculadas con el solo fin del lucro, presentadas como la cima de la racionalidad.

Un informe de la American Bird Conservancy (ABC), de los Estados Unidos, advierte el peligro mundial con claridad: “Como parte de un estudio sobre los efectos del tipo de insecticidas más utilizado en el mundo, los neonicotinoides, la American Bird Conservancy (ABC) ha hecho un llamamiento a la prohibición de su uso para tratar semillas, así como para la suspensión de todas las solicitudes a la espera de una revisión independiente de los efectos de dichos productos en las aves, invertebrados terrestres o acuáticos y el resto de animales salvajes”.

“Está claro que estos químicos tienen potencial para afectar a toda la cadena alimentaria. La persistencia en el ambiente de los neonicotinoides, su propensión a los vertidos e infiltraciones en las aguas subterráneas, así como su modo acumulativo y en gran medida irreversible de actuar en los invertebrados, plantea problemas ambientales significativos”.

Un informe de 100 páginas encargado por la ABC al toxicólogo ambiental Pierre Mineau, revisa 200 estudios sobre los neonicotinoides. El informe evalúa el riesgo toxicológico para las aves y los sistemas acuáticos e incluye comparaciones extensas con otros pesticidas anteriores que han sido sustituidos por los neonicotinoides. La evaluación concluye que los neonicotinoides son letales para las aves y para los sistemas acuáticos de los que dependen.

Source: Paralelo 32, 26 marzo 2018
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